domingo, 18 de marzo de 2018

Carlos Santa María - DE LAS CUCHILLAS AL MEDANO


Carlos Santa María
DE LAS CUCHILLAS AL MEDANO
(Disc Jockey – EST 10058)

PRESENTACION
Ha sido siempre mi propósito poder realizar un trabajo como el que se me ha permitido llevar a cabo en esta oportunidad. Para fundamentar el mismo, requerí lo colaboración de Don Florencio López y Víctor Abel Giménez, folklorólogo y escritor, respectivamente.
Ambos hallaron razonable mi propósito. El primero de ellos basándose en los resultados obtenidos durante su larga investigación por el litoral musical, precisamente en los zonas donde se fue operando la estereotipación de los ritmos; N. de Entre Ríos: guaraní; S. de Entre Ríos: pampa; y el segundo, aportando sus amplios conocimientos en cosas de la llanura y sus excelentes condiciones de verseador surero.
Ubico inicialmente el bagaje musical en la parte norte de Entre Ríos para ir descendiendo por sus distintos zonas hasta llegar a la ancha boca de la llanura bonaerense, pero no por el simple hecho de pasar repentinamente del galopante ritmo de una chamarrita al bordoneo de una milonga pampeana, sino tratando de buscar algo de mayor importancia como lo es establecer la relación que existe en el área musical abordada. En síntesis, mi pretensión ha sido demostrar a través de este trabajo que el "decir nativo" entre la zona entrerriana y el llano que cobija la milonga, pese a la influencia musical guaranítica que encontramos hacia el norte de la tierra montaraz, guarda gran similitud, por obra y gracia de la transformación operada en el
área de influencia sureño.

1. LAZARO BLANCO (Galopeado de Linares Cardozo)
Partiendo de los versos de Don Atahualpa Yupanqui, elegidos para presentar la primera parte de esta obra, ubico ya la intención de mi canto en la zona montaraz de San José de Feliciano, allí donde a fines del siglo pasado existió un chasque que la comarca llamó Lázaro Blanco. Personaje de leyenda que se venero como a un santo pues se dice que es milagroso. Sus virtudes humanas de hombre manso, jinete y servicial, distinguidas por Linares Cardozo en su obra musical, perduran a través del tiempo.
A la vera de un antiguo camino en las inmediaciones de Feliciano se halla su último morada. No hay andante que no se detenga ante ella, desmonte, si de a caballo va y quitándose el sombrero medite de pie.
Quedaron sus mentas para orgullo de los paisanos de lo región.


2. LA CRECIENTE (Aire de galopa de Carlos Santa María)
Vemos que tanto en la parte norte de Entre Ríos como hacia el centro de la provincia, las expresiones musicales guardan ciertos formas de los ritmos guaraníes que han de ir diluyéndose a medida que avancemos hacia el sur.
Así, con lo segunda obra que resentamos, el canto se va acercando a la frescura de los ríos, allí donde el hombre que puebla las costas tiene un trajín distinto al que habita el monte o la campiña.
La naturaleza, bravía y hermosa, en su permanente emanación lujuriante y telúrica los aprisiona. Isleño y pescador permanecen impávidos soportando la sabandija, la amenaza constante de las crecidas que en pocos horas arrasará con el esfuerzo de mucho tiempo. Cielo... silencio... agua. Ceibos, arrayanes, curupíes, tatoras, mburucuyás, zarzaparrillas, camalotes, días y días... silencio y agua. Bramido angustioso y apenas perceptible del leonado Paraná o el gemir de la aparente mansedumbre del "Río de los Pájaros", completan el cuadro de uno de los mayores azotes de la naturaleza.

3. TROPERO SILBADOR (Chamarrita de Linares Cardozo)
Desprendiéndose paulatinamente de la influencia musical guaranítica, ya que al "pisar" el tercio medio superior de la provincia entramos a la zona de influencia pampeana, el decir se aleja de las costas y barrancos (amparo de pescadores de trasmayo, espinel y madrugados) y se enanca al galopar de una chamarrita para recorrer desde la arcillosa orilla del Paraná hasta la límpida y azulada hermana del Uruguay. Podremos notar en esta obra,que ya se advierte una intención surera pues su forma, pese a ser atribuida a origen lusitano, nos muestra en ciertos pasajes reminiscencias de milonga pampeana. Por considerarlo adecuado con la interpretación, reproducimos aquí un fragmento del poema "Coplas entrerrianas" de Marcelino Ramón:
" . . . me dicen que el entrerriano"
"es algo caminador"
"medio fantástico a veces"
"pero muy firme varón...

4. SEÑOR DE MONTIEL (Milonga de Aníbal Sampayo)
Llegado a esta altura de nuestro trabajo nos detenemos en un lugar imaginario de Entre Ríos para rendir homenaje a su poesía. Puede ser cualquiera, el de las ondulantes cuchillas o el más agreste y desde ahí evocamos a uno de los grandes poetas que diera esa tierra: Don Delio Panizza; aquel que Artura Capdevila llamó el "Señor de Montier".

5. SOLEDAD (Poema de Marcelino Román)
Hermanando paisaje y sentir del hombre entrerriano, lo hacemos incorporando aquí la poesía de Marcelino Román, el poeta de los pobres, de los "bailongos" costeros, de muchos domingos del "Antoñico" y partícipe de los secretos de la vida de su pueblo.
Su poema nos muestra un típico lugar de Entre Ríos en el que ha logrado recoger además, la riqueza de voces regionales con deslumbrante autenticidad trasuntando así la idiosincrasia del paisano.

6. COSAS DEL CAMPO ENTRERRIANO (Milonga de Víctor Abel GIménez y Carlos Santa María)
Y por fin llegamos al tema nexo del trabajo, donde don Florencio López, estableciendo la razón de la obra, explica que:. . . "La Milonga, especie de la cual no se discute su origen rioplatense fue representante del Cancionero Binario Colonial cuyo foco fue Río de Janeiro (Vega 1944, pp. 230 ss)
Su nombre se cree que deriva de "mulongo", voz afro-Iusitana que significa "enredos" con la cual solía denominarse a las payadas, por las preguntas y respuestas que se sucedían.
Según los eruditos en musicología, su ritmo es una contracción de "meloslonga" (melodía larga). Nace aproximadamente en el año 1810 y desde su zona de dispersión rioplatense se extiende a toda el área pampeana.
Con las tropas de Belgrano llega hasta el Paraguay y a su paso por Entre Ríos se afinca, el criollo de la región la hace suya hasta el tercio medio superior de la provincia.
La milonga es vigente y por el incesante vaivén del trasplante humano hacia los "médanos", es dable escuchar a nuestros mensajeros de trabajo, amor y respeto, transportar su paisaje litoral a la música de la "inmensa sábana blanca", en donde según Sarmiento: ." "se habrían de escribir páginas de civilización y progreso".


7. DIOS LO BENDIGA (Aire de chacarera de Carlos Santa María)
Cumplida ya la parte que consideramos indicada para "definir" a Entre Ríos y antes de adentrarnos musicalmente a la inmensidad del canto pampa con Víctor Abel Giménez (el "Vasco" de Arbolito), quiero dejar mi despedida como lo hiciera cuando abandoné aquella tierra para acudir al "llamado" de la llanura. Por entonces -con excepción de la milonga- no conocía otra forma musical que se identificara con mi provincia y como había oído versiones de que alguna vez, la chacarera y el gato -entre otras- formaron parte de las expresiones populares de la región, me incliné por un aire de chacarera para encuadrar las coplas que nacieron cuando abrazé a mi padre: ... "que la suerte lo acompañe y que Dios lo bendiga m'hijo".
Porque la expresión pampa no tiene en nuestra tierra un limite musical, se prolonga de pago en pago, como el viento.
Así, desde Entre Ríos puede llegar al sur, pialando a su paso todos los campos bonaerenses con un lazo de larga armada trenzado con tientos de milongas, cifras y huellas.
Eso es el canto pampa, ancho, largo y extendido sobre la propia llanura.

8. SAN ANTONIO DE ARECO (Triunfo de Edmundo Zaldívar, h.)
Entramos a los gloriosos pagos de Areco que cobijaron la inspiración de Ricardo GÜiraldes, perpetuada en su "Don Segundo Sombra".
La influencia de su personaje en la ubicación geográfica pampeana, le ha dado al pago de San Antonio de Areco el halago de ser basamento del tradicionalismo y la responsabilidad enorme de mantener enhiesta la presencia espiritual del gaucho.
Dicha circunstancia y merced al comienzo musical de esta faz que se "desata" en un triunfo, hace propicio el reencuentro con el lugar donde un día se levantara "La Blanquiada" y el nombre de San Antonio de Areco se agiganta en el canto y danza perteneciente a una época rayana a la centuria.

9. RECORDANDO MI LOBUNO (Cifra de Victor Abel Giménez y Carlos Santa María)
Si hermanamos la décima al ritmo de la cifra, nos hallaremos ante una conjugación cancionera de auténtica raigambre pampa, pues si realmente esta forma literaria es tradicional en la versificación castellana, también resulta verídico que al ser llevada al brioso compás de la cifra se traduce automóticamente en algo original y gaucho, precisamente, porque su sistema de notación musical nació entre las manos de los viejos troveros criollos del pasado payadoril. Y si a esta formación le agregamos una temática sobre el caballo, entonces nos encontraremos con una de las más ajustadas conjugaciones nativas, porque desde el año 1535 en que Don Pedro de Mendoza introduce los primeros ejemplares de la raza yeguariza, aumentada en el 1580 por Don Juan de Garay, el caballo habrá de constituirse en el compañero más fiel y complemento esencial del gaucho al crecer su figura en estas pampas.

10. CARTA DE MUCHOS (Poema de Claudio Martínez Paiva)
Los poemas gauchescos, que en su fondo siempre han de encerrar un ejemplo y una enseñanza, surgieron por esa vieja vocación rimadora de los poetas. Pero sin duda alguna, el comienzo de esta forma de narración -aunque ausente de consonancias y asonancias- tenemos que buscarla en los labios de los viejas criollos de antes, cuando los antiguos fogones y sus campesinos eran receptáculo de una sabiduría adquirida a través del tiempo.
Al seleccionar un verso trazado por la pluma del entrerriano Claudio Martínez Paiva, se tributa, además, homenaje a uno de los hombres nacidos bajo este cielo que vivió y murió honrando las letras criollas.
Su "Carta de muchos" testimonia la existencia de un personaje que se llamó "caudillo" y que ocupó necesariamente el lugar de una época, aportando también al crecimiento de nuestra patria.

11. MALAMBO (Mudanzas musicales Arreglos de Carlos Santa María)
La danza más varonil de nuestra pampa es, sin duda alguna, el malambo. Tan varonil es que ni siquiera necesitó de una "china" para hacerse baile.
De tanto andar solo el malambo, matrereando distancias, un día lo apresó la caja sonora de una vihuela y lo "condenó" a vivir para siempre tras los barrotes de sus cuerdas.
Malambo. ., tropel de baquales sobre el lomo de la pampa que te dieron botas de potro para afirmar tu entereza en las mudanzas

12. POEMA A LA GUITARRA (Milonga de A. Yupanqui y C. Santa María)
Ahora un regreso hacia la guitarra pues no podía estar ausente la evocación de un instrumento tan consustanciado con el espíritu nacional en una inquietud de esta naturaleza.
Se dice que en épocas muy lejanas fue "instrumento de Reyes", uno de los primeros que dejó oír sus sones en las cortes. En el viejo Continente se la llamó también "la pequeña orquesta más grande del mundo". "Arquitecto de consuelos" dice Atahualpa al definirla en relación con nuestra raza criolla.
Don Abel Fleury, poeta del instrumento, dejó un verdadero mensaje que honra a la "guitarra argentina".
Unida en el llano con la milonga, configuran la expresión más definida del canto regional pampeano.
La décima que sigue habrá de demostrarnos esta comunión:
Para manear lo argentino
son lonjas de un mismo cuero
sentimiento del surero,
cara y cruz de su destino.
Palenque junto al camino
donde el pasado se amarra
savia de raza bizarra
que al presente se prolonga,
no hay guitarra sin milonga
ni milonga sin guitarra.

13. HUELLA DEL DESIERTO (Huella de Víctor A. Giménez y Carlos Santa María)
La lucha contra el malón, que se extendió desde el año 1852 hasta el 1879 en forma ininterrumpida, debe considerarse como una de las campañas de mayor gravitación del Ejército Argentino en el sur de nuestro país.
La liberación de la indiada promovió las más enardecidas refriegas entre el aborigen y el soldado, donde campeó siempre el coraje, la astucia y el valor. Pero... ¿quién era dueño de la razón?.. ¿La civilización? ¿El progreso? ¿O aquellos que habían nacido en ese suelo como nacen los pastos?..
Sin duda, el progreso y la civilización debían llegar y eran necesarios, más siempre quedará en la incógnita si pudo o no adaptarse al salvaje de una forma menos cruenta.
En la Huella del Desierto (tomando como base este ritmo por su regionalismo con una vigencia mayor a la centuria), la literatura impuesta sobre el tema evidencia aquellas enconadas refriegas y queda el canto en el aire como un homenaje a todos los que pelearon y regaron con su sangre la enorme extensión del desierto, que ayer y siempre será la pampa

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1 comentario:

Juan Izaguirre dijo...

Muchísimas gracias Martín !!!