viernes, 17 de agosto de 2018

Andrés Chazarreta y su Orquesta Nativa - HOMENAJE EN SUS BODAS DE ORO CON EL ARTE NATIVO

Andrés Chazarreta y su Orquesta Nativa
HOMENAJE EN SUS BODAS DE ORO CON EL ARTE NATIVO

El del año 1905 -y para suerte del arte nacional- despertaba en Andrés Chazarreta su impar vocación
por el folclore. Ya entonces había estudiado musica y obtenido, además, el título de maestro de escuela que en muchas ocasiones ha mencionado con el legítima honra. Una mejoría de situación lo llevó al puesto de inspector pedagógico en su Santiago del Estero natal y, recorriendo la campaña en el desempeño de sus funciones hallaron eco en su lírico sentimiento los cantos y bailes que en los distintos lugares oía ejecutar a la gente aborigen. Experimentó la necesidad de llevar progresivamente al pentagrama aquel tesoro auditivo tradicional para salvarlo y enaltecerlo. Así lo hizo. Así lo ha seguido haciendo durante medio siglo y a ello debese qué tan pristina melodía autóctona este a recaudo de la desaparición, el olvido o la indiferencia.
Con la zamba comenzó su noble obra recopilatorio que habría de seguir con los demás aires regionales, asimilados en una continuada vida andariega y en la relación directa con los sitios de origen. Véase ahí la razón de que las composiciones de este extraordinario cultor y propulsor del acervo nativista se distingan por una filiación de sencillez y naturalidad donde está presente el genuino espíritu de la raza, sin deformaciones eruditas, y en donde el encanto que prende espontáneamente en nosotros es un encanto innato.
Dura fue la lucha de Chazarreta por la resurrección del arte auténticamente argentino. Siempre han tenido comienzos difíciles y obstáculos de incomprensión las mejores conquistas del hombre. En 1911
le negaban rotundamente en su Santiago el Teatro Municipal que el solicitaba para presentar un conjunto criollo, mientras, por compensación, el dueño del modesto "Pasatiempo del Aguila" -un
ciudadano francés- se lo cedía gustoso, obteniendo un éxito insospechado. Treinta y cinco personas
componían aquel conjunto, entre cantores, bailarines y músicos. Ya entonces soñaba Chazarreta con
intentar una presentación en Buenos Aires, pero la aventura era desmesurada para sus pobres medios
y, a la sazón, otras contrariedades la postergaron sin término. Habiendo contratado esforzadamente el teatro Belgrano de la ciudad de Tucumán, allá afuera con sus treinta y cinco compañero de sacrificios en bien del arte. Digámoslo así, pues al día siguiente de la primera representación -que por cierto no anduvo escasa de concurrencia-la autoridad comunal les cerraba las puertas del local porque oficiosamente se opinaba que no condecían las rústicas botas de los paisanos zapateadores con las tablas de un teatro de sociedad...
El diccionario regreso a su pueblo con el corazón dolorido y los bolsillos harto flácidos. Con él iban aquellos humildes héroes del cuadro de baile: Narcisa Ledesma, Clementina Avila, el viejo "Antu", Dolores Suárez y los de la orquestilla: Pedro Contreras, Domingo Aguirre, Segundo Suárez, el veterano Eulogio, arpista de Tunas Punco...(son nombres recordados entre tantos otros aladables nombres, y nadie les niegue el derecho de ser estrictos con letras de oro en el cuadro de honor del folklore redimido y triunfante).
¿Qué perspectivas le quedaban por ese entonces a Chazarreta? Apenas si en las de organizar cada año
algún espectáculo en sus pagos de la llajta mauca. En una de esas oportunidades lo visitó a Leopoldo
Lugones (año 1914) y el poeta, impresionado hondamente, trasladó a Europa la noticia de los bellos
cantares y las coloridas danzas, publicando una página laudatoria en una revista de París para la cual colaboraba. El episodio halagador retempló la moral del aedo santiagueño. Además, se agrandaba el círculo de intelectuales que comprendían sus anhelos patrióticos y simpatizaban con él. En 1916 publica su primer álbum musical. Un año después viene a Buenos Aires buscando al empresario que
quiera presentar su espectáculo en la metrópoli, pero todos temen al fallo y él vuelve descorazonado
a su provincia. En 1920 pública su segundo álbum, costeándose la impresión gracias al apoyo de
suscripciones de amigos y admiradores.
Y a finales de ese mismo año, con un amplio repertorio y su bien ensayada agrupación se decide a
iniciar por el norte de la república una gira que, misteriosamente, estaba señalada con el signo de lo providencial. Al paso de ella, va descubriendo en los distintos públicos un encendido amor por las cosas de la tierra. A favor de ese impulso se acerca en marsó de 1921 a la gran capital del Plata que entonces le ofrece un escenario -el del teatro Politeama- donde logra la culminación ansiada y actúa entre ovaciones conmovedoras, suscitando el unánime encomio periodístico, que incluyó un enjundioso artículo del escritor comprovinciano Ricardo Rojas en el diario "La Nación".
Cruzó el conjunto, con asegurada fortuna, el ancho río hasta el país vecino y su retorno desde el Plata hasta la selva se trocó en una florecida senda que, con el andar de nuevos años y renovados lauros, es ya un lúcidamente trajinado camino de ida y vuelta, que siempre tiene extremosos halagos en todos los paraderos de la marcha. Ha quedado atrás, airosamente, un cuarto de siglo desde la fecha en que ese autentico arte de don Andrés y los suyos fuera llevado al disco VICTOR para que éste lo expandiera por todos los ámbitos del país y del mundo. Por eso, con un inocultable orgullo, nuestro sello se remonta a la evocación de aquel 1905 augural y celebra estas bodas de oro del artista con su nativo arte, y ésta su consagración sin tregua a la digna exaltación del lirismo tradicional. Desde este álbum fonográfico, debe compendio de la vasta producción folclórica que ha grabado Andrés A. Chazarreta con su orquesta nativa surgen sus músicas como rumores de manantial agreste, frondas boscosas, brisas serranas y largos ecos de la montaña que bajaron por el valle al llano, son los diversos bailes: el criollo, en quichua, el combinado o el de la época; el chispeo de un gato, de una danza antigua o de un triunfo; sólo giros del valsecito que se aquerenció en el patio apisonado y luego penetró en la sala; es la intencionada chacarera y la zamba enperifollada de glorias.
Esa entera rapsodia la mueve y la concita este maestro santiagueño de hace media centuria, que a lomos de su pingo, con la guitarra asomada entre los flecos del poncho tostado, fue a aprender del pueblo y el paisaje remotos la eufórica nueva, y en la viene repitiendo a través de tiempos y distancias, y merece ser el bien llamado jubilar de la Patria.

Andrés Chazarreta y su Orquesta Nativa
HOMENAJE EN SUS BODAS DE ORO CON EL ARTE NATIVO
RCA
1955

01. SANTIAGO DEL ESTERO - vals
02. SIETE DE ABRIL - zamba
03. PAMPA TAQUELLO - gato
04. LA REMESURA - danza
05. EL SALTA CONEJO - danza
06. EL SALADINO - triunfo
07. LA ZAMBA ALEGRE - baile combinado
08. EL MAROTE - danza quichua
09. LAJTA SUMAC - chacarera
10. LA CONDICION - danza de época

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Aporte de El Canario, enviado por Alberto Orozco

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